El libro perfecto para regalar en San Valentín

Si bien hay muchos libros que pueden ser considerados ideales para regalar en San Valentín -siempre y cuando uno piense en lo que le interesaría leer a la otra persona- en Exedra Books tenemos un libro especial para que sea un ejercicio de pareja.

Y lo mejor…lo tenemos al 50% de descuento (Original 12.95usd, a 6 dólares…vamos).

Aquí, se los mostramos:

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Libros y el amor

Pronto llega San Valentín y esta es una de las épocas perfectas para caer en la lectura de una historia romántica, que movilice al lector. O quizás, regalarle a alguien una buena novela de amor, con una linda dedicatoria en la primera página como un gesto único. Por ello, seleccionamos algunos libros que hablan del amor (y derivados) para que le den una oportunidad este 14 de febrero.

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De fobias sociales y One hit Wonder

Que lo escritores son personas extrañas no sorprende. En particular, aquellos que son poseedores de un talento innato para narrar con belleza, considerados entre los mejores. Tienen hábitos extravagantes y sobretodo, personalidades muy particulares. Están los otros, los que disfrutan ese mote de escritores y quieren estar en todos lados, sonrientes -piensen en un Paulo Coelho. Pero no suscitan una intriga en los lectores o los mismos periodistas o críticos, que buscan entrevistarlos para profundizar sus escritos y se encuentran con una pared tan dura que ni el editor más adepto al marketing puede derribar.

Estos son escritores con fobias sociales, cuyos rostros son conocidos de pura casualidad. Salinger es uno de los casos célebres. El autor de un clásico como EL guardián entre el centeno sufría al tener que siquiera pensar en la idea de ser entrevistado. No quería que su fotografía apareciese en ningún lugar, aunque recientemente con la publicación de una biografía sobre él se han prendido algunas luces sobre este autor. En esa misma línea está el celebrado Thomas Pynchon, candidato al Nobel una y otra vez. Pynchon no tiene rostro prácticamente, el único que lo conoce es su editor que sigue publicando sus escritos y todo el mundo, cada vez que aparece una novela, se pregunta cuando podrá desglosar su obra desde la misma boca de su autor. Sólo hubo una filmación de CNN que molestó de sobremanera a Pynchon, quizás el misterio más grande de la actualidad literaria.

Pero hay otro tipo de peculiaridades. Un escritor como Vladimir Nabokov, en cualquier entrevista que encuentren por YouTube – de la pocas que daba- , se lo ve incómodo, sin mirar a los ojos. Dicen que daba sus clases en la universidad, leyendo pequeñas fichas. Por otro lado, hay otras personas que han conocido el éxito, como Harper Lee -de quien se habla bastante por estos días- quién llegó a todo el mundo con el ahora clásico Cómo matar un ruiseñor, una novela base de las escuelas de su país, y que nunca volvió a escribir. Ruegos de editores, presiones de las casas editoriales y Harper Lee no quiso volver a probar el tener otro libro suyo que sería una lectura asegurada.

Más allá de las rutinas de escrituras, muchos escritores no disfrutan de la exposición, les es difícil estar delante de un micrófono y hablar de sus libros. No entienden de marketing, quizás hasta no les importe y lo hagan obligados por la casa editorial. El precio de conocer y leer sus libros es también que los lectores puedan profundizar en los pensamientos de quien escribe y sin embargo, no pueden con esta idea. O seguir escribiendo, dándoles más que leer a sus seguidores que conocieron su pluma y luego no pudieron volver a disfrutarla.

El mundo de la literatura está compuesto por muchos actores y las peculiaridades de algunos hacen que este universo sea, aún, más maravilloso.

Los manuales de las almas inquietas: las guías de viajes

20150204_093202Hay personas que nacen para estar en un país, salir ocasionalmente y ver lo que todos ven. Si van a París, ver la torre Eiffel, por ejemplo. Y están aquellas otras personas que necesitan salir al mundo ni bien ahorran un poco, que deben explorar dejando sudor en múltiples caminatas con la maleta a cuestas. Aquellos de almas inquietas programan su viaje con presupuestos limitados pero a ver lo que tiene la naturaleza y las ciudades para ofrecerles en términos de escenarios y arquitectura, o lo cultural.  Y para ellos, no hay nada como -Internet, claro está- y las guías de viajes.

Lonely Planet es una de las casas editoriales que, con su clásico color azul del logo, no sólo publica libros sobre países, regiones o ciudades, también pequeños volúmenes con frases básicas en otros idiomas, para defenderse en territorio foráneo.

¿Qué utilidad tienen? Además de dar un breve pantallazo de la historia de un país o una ciudad, preparan al viajero sobre los elementos a tener en cuenta a la hora de subirse al avión y trasladarse dentro de un territorio diferente, con pautas de comportamiento diferentes. Desde el clima hasta lo que hay que tener en cuenta como la electricidad. Si bien esta información es factible encontrarla en Internet, la realidad es que a la hora de llevar todo a la práctica, el viajero no tiene acceso a Internet tan fácilmente. Por ello, poner en el fondo de la maleta un pequeño libro para saber qué hacer en el lugar que se visita.

Aún si no se viaja, las guías de viajes sirven para conocer un país leyendo desde la comodidad de la casa. Muchos aspirantes a viajeros deben esperar tiempo para reunir el dinero para viajar a lugares como Rusia, un destino caro. Pero no por ello se va a privar de conocer la fantástica historia de Moscú o de saber qué cosas son cotidianas para los rusos -el quitarse los zapatos al ingresar en una casa, por ejemplo.20150204_093151

Así, el viaje comienza con la preparación de un itinerario -donde también hay espacio para sorprenderse con alguna ruta no pautada- que necesita una base de organización que una guía de viaje puede proveer. Qué ver, qué hacer y qué llevar. Por eso, son los manuales de las almas inquietas.

El Reino de Redonda: el país dónde los escritores tienen títulos nobiliarios

Hace un tiempo me crucé con una historia que me parece un delirio típico de las novelas. Excepto que…¡Los escritores son los protagonistas! Los reales, los de piel y hueso, quienes se adueñaron de una isla y lo convirtieron en Reino. Por absurdo que parezca, el escritor español Javier Marías es el Rey Xavier I en el Reino de Redonda.

Reino de Redonda. Existe. Es una pequeña isla cerca de Antigua y Barbuda. Es ficticio porque no tiene una capital, ni habitantes, ni gentilicios (¿redondinos? ¿redondinenses?) pero que existe, existe. ¿Cómo vamos a poder omitir un Reino tan disparatado pero tan salido de las novelas? Y todo comienza en 1865, cuando el padre del escritor M.P. SHield compró la isla y la misma Reina de Inglaterra (Porque una historia de esta índole no podía dejar afuera a la Reina) le otorgó el Reino de Redonda, siempre y cuando fuese ficticio (¿?).

De SHield pasó a Gasworth quien en bancarrota, se lo pasó a Wynne-Tyson, quien abdicó (porque no sería un reino sin una abdicación, vamos, que lo vuelve más dramático) y le pasó el título, en los 90, al mismísimo español Javier Marías.

El Rey Xavier I (porque somos plebeyos y no le podemos decir más Javier Marías) está entre las controversias de quien es el verdadero heredero al trono, donde hay controversias del tamaño de: «El Imperio Británico no debería darle el título a alguien del Imperio Español, cuando invirtieron tantas libras esterlinas». Quizás, el argumento sobre la colonización e imperios del siglo XIX sea de los elementos más divertidos.

Y la historia no termina aquí. Se extiende a los títulos nobiliarios que el Rey Xavier I le otorgó a gente del arte como Francis Ford Coppola, Duque de Megalópolis o Mario Vargas Llosa como Duque de Miraflores o Sebald como Duque de Vértigo (sencillamente fantástico). Y así, en la lista están autores como Coetzee, Savater, Villoro, McEwan, Lobo Antunes y Kundera. Umberto Eco quizás tiene el mejor título de todos: Duque de la Isla del Día de Antes.

Esta es una de la cosas más extrañas del mundo de la literatura, entre tantas otras que suceden en este mundo. Donde autores que leemos pertenecen a un Reino y juegan a ser duques y reyes. Cómo si fueran protagonistas de los delirios de los personajes de sus propias novelas.