Las fiestas para lectores

Llegas a la fiesta. Tienes tu libro bajo el brazo. Ves a otros individuos como tú, observándose. El ambiente está decorado con todo lo que se necesita para la fiesta: lugares para sentarse. Avanzas. Decides sentarte en uno de los sillones mullidos. Por el rabillo del ojo ves que otro de los asistentes copia tu iniciativa y se sienta en otro de los sillones. Tu abres el libro que tienes en la mano, el que decidiste «invitar» a la fiesta contigo. Miras a tu alrededor y percibes que los demás asistentes están haciendo lo mismo, listos para sumergirse en la lectura. Y tú, también comienzas a leer. Eres parte de la silent reading party (o fiestas para lecturas silenciosas, en español).

Estas fiestas existen y nacieron en el bar de un hotel de la ciudad de  Seattle, Estados Unidos. Quienes llegan no buscan hacer sociales sino compartir el silencio que se suspende sobre sus cabezas para la requerida concentración de una lectura. No comparten sus puntos de vista, cómo se haría en un club de lectura. El objetivo es congregar a la gente que quiere leer con tranquilidad, se acerque al lugar y encuentre ese espacio sin interrupciones. Los lectores llegan a la fiesta y pueden quedarse hasta la hora que quieran.

La propuesta se ha extendido a Nueva York y recientemente a San Francisco.

Una idea innovadora para los amantes de los libros que pueden marcar en su calendario la cita pre-establecida para dedicarle obligatoriamente unas horas a la lectura.