Te recomendamos: Tsugumi

tsugumi

TÍTULO: Tsugumi

AUTOR: Banana Yoshimoto

PRECIO: 10.50 usd

La literatura japonesa ha demostrado llegar de una manera más masiva a Occidente, con autores como Murakami y Yoshimoto. Si bien la tradición literaria del país naciente se remonta a mucho antes, es ahora el momento en que los lectores más saborean una prosa profunda y sutil como las que caracterizan a los japoneses. Banana Yoshimoto ha sido traducida al español desde la editorial TusQuets, que ofrece un libro sobre la familia, la amistad y personalidades asimétricas, como las que suceden en Tsugumi.

María relata la historia de su familia en un pequeño pueblo costero de Japón, dónde vive con su familia en la posada. Mantiene una relación compleja con su prima Tsugumi, una muchacha frágil pero con un carácter poco dócil que pone a todos al borde de la paciencia y que la lleva a hacer y deshacer a su antojo. Y sin embargo, el lado más suave comienza a florecer cuando su prima María se va a vivir a Tokio a, finalmente, vivir con su padre como una familia verdadera.

Yoshimoto es considerada una autora comercial en su país y si esto es así, habla de una exigencia en la calidad que los países occidentales deberían aprender. Yoshimoto no sólo narra casi a la perfección, profundiza sin caer en lugares comunes, posee una complejidad innata y para nada forzada, que fluye en una lectura que al lector lo transporta por completo. Lejos está Yoshimoto de ser comercial cuando lo comercial a lo que estamos acostumbrados es de una calidad bajísima, hasta insultante. Si hay una manera de adentrarse al mundo fascinante de la literatura japonesa hasta probar a los grandes como Kawabata, Tsugumi de Yoshimoto es una buena manera de comenzar a empaparse.

Hecho en Japón

Si me preguntan cómo es la literatura japonesa para mí, la defino siempre de una manera: suave como el algodón. Por más que lo tangible sea el libro y no la idea, al leer libros traducidos del japonés se tiene esa sensación, de un ritmo suave, tranquilo, que te conduce despacio pero con la aceleración necesaria para no aburrirte. Es infinitamente profunda, todo lo que está entre líneas cuenta, los silencios -y eso también sucede en el cine japonés- tienen un significado importantísimo, los diálogos cargan la tradición y los valores de la cultura del país.

¿Qué tienen estos autores? La sociedad japonesa y su cultura, por siglos, han gozado de una reputación que contrasta con la vorágine que suponemos es Tokio -lo que nos muestran los medios de comunicación- y en el medio nos quedan estos personajes que crean los autores, que versan entre el vértigo y la soledad de la reflexión, de la mesura.

Japón ha dado Nobeles como Kawabata y Oé.  Mishima, el del final trágico y de película que su biografía regala para los más curiosos, es la otra figura importante que se suma a estros tres nombres que han llegado a cruzar más allá de su isla y alcanzar una notoriedad mundial, y en la que no puede faltar tampoco Soseki. Y en la actualidad, con algunas críticas desde adentro, Murakami y Yoshimoto se muestran como los dos autores japoneses que más venden.

Katayama, por ejemplo, escribió una historia que tiene muchas similitudes que Bajo la misma estrella y su calidad narrativa es diez veces mejor, con la melancolía propia de los japoneses. Kawakami también ha escrito historias bellas, con personajes jóvenes, contemporáneas y sin embargo, quizás por un problema de traducción, no llegan con tanta frecuencia.

Las razones para leer la literatura japonesa es la contraposición con la lectura masiva de consumo, que si bien se puede señalar a Murakami y Yoshimoto, aún con críticas a cuestas siguen teniendo un nivel mucho mayor que el de autores considerados «buenos». La manera de escribir, de algún modo, exige una concentración y una sensibilidad hacía el conjunto de palabras y significados que dan las escenas por más monótonas que parezcan, que no puede relacionarse con el consumo de masas. ¿Por qué? Porque simplemente no se trata de lecturas donde se apela a la emoción fácil, que se abusa de los lugares comunes ni se fuerza el vocabulario -quizás por la traducción- y es una prosa que de todos modos llega a todos, no así la trama que a simple vista carecería de dificultad alguna y sin embargo va más allá de lo que se le presenta al lector.

Una forma distinta de escribir, de contar, de salir al mundo y ejemplificar como pocas literaturas el sentir de una nación, su tradición, su forma de expresarse. Por ello, Japón tiene su peso con la literatura. Y mucho.

Rosario Arán (para Exedra Books)

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